Sinopsis, Entrevista con el vampiro:
Corre el año 1791, la historia se narra desde nuestro protagonista Louis, un burgués francés que se ha erradicado en Nueva Orleans siendo dueño de una gran plantación que comparte con sus hermanos. Tras disputas con su hermano menor que finalmente muere, Louis es absorbido por una gran depresión que lo lleva a la autodestrucción, así hace aparición Lestat, un vampiro, Louis es convertido por él. Sin embargo su vida sobrenatural es asaltada por una amplificación de los sentimientos humanos, la culpa, el amor, el perdón, la eterna división entre lo divino y lo demoníaco, llenaran las páginas y sus días en esta primera aventura de sesenta y cinco años.Sobre la autora:
Anne Rice nace en Nueva Orleans,
Luisiana, Estados Unidos en 1941.
Estudió en la Universidad Estatal de San Francisco donde se graduó en Filosofía y Letras, en la especialidad de Ciencias Políticas y Escritura Creativa.
Estudió en la Universidad Estatal de San Francisco donde se graduó en Filosofía y Letras, en la especialidad de Ciencias Políticas y Escritura Creativa.
Su carrera como escritora publicada
comienza en 1965 pero no es hasta 1976 que obtiene el éxito, el reconocimiento
y la atención del mundo literario al publicar Entrevista con el vampiro, su
primera novela de lo que ahora ya es una de las sagas más famosas de todos los
tiempos: Las crónicas vampíricas. Sin embargo esta novela se encontraba escrita
desde 1973 y fue la poca confianza de la autora debido a problemas personales,
entre ellos la pérdida de su primera hija a causa de leucemia, y el alcoholismo
en el que se vio arrastrada posteriormente, lo que determinaron que dicha
novela no viese la luz hasta 3 años después. Tras su publicación se convirtió
en un éxito así como los posteriores títulos vinculados a la misma produciendo
incluso una película sobre este título.
Sinopsis,
Entrevista con el vampiro:
Corre el año 1791, la historia se
narra desde nuestro protagonista Louis, un burgués francés que se ha erradicado
en Nueva Orleans siendo dueño de una gran plantación que comparte con sus
hermanos. Tras disputas con su hermano menor que finalmente muere, Louis es
absorbido por una gran depresión que lo lleva a la autodestrucción, así hace
aparición Lestat, un vampiro, Louis es convertido por él. Sin embargo su vida
sobrenatural es asaltada por una amplificación de los sentimientos humanos, la
culpa, el amor, el perdón, la eterna
división entre lo divino y lo demoníaco, llenaran las páginas y sus días en
esta primera aventura de sesenta y cinco años.
Personajes
importantes:
La historia es narrada en su
totalidad por uno de los personajes principales: Louis, que se la narra a un
joven entrevistador en 1976. Sin embargo para contar su historia con justicia
debe remontarse al siglo XVIII, exactamente al año 1791 cuando era un joven
burgués francés, de 25 años, que se había erradicado en Nueva Orleans siendo
dueño de una gran plantación que comparte con sus hermanos. Su vida aparentemente
sencilla se rompe debido al trágico deceso de su hermano. Este hecho marcará a
fondo la personalidad de Louis incluso más allá de su muerte humana y su
posterior vida como vampiro.
Aquí se nos presenta una de las
primeras cuestiones sobre las que giraran posteriores reflexiones: lo divino.
El hermano de Louis, antes de morir discutió con él debido a que, en su
profunda religiosidad y comunión con dios, creía haber sido llamado para
convertirse en un líder religioso, para lo cual debían vender todas sus
plantaciones, volver al viejo mundo para empezar allí una cruzada contra el
ateísmo y la revolución. Louis no le cree.
“¿Es
tan comprensible? –El vampiro miró al entrevistador-. Pienso que tal vez haya
sido un egoísmo cruel. Déjame explicarme. Yo adoraba a mi hermano, como ya te
dije, y a veces creía que era un santo viviente. Lo alenté en sus oraciones y
meditaciones, y como te dije, estaba dispuesto a que se fuera de mi lado para
que entrara en el sacerdocio. Y si alguien me hubiera contado de un santo en
Ars o en Lourdes que tenía visiones, le habría creído. Yo era un católico,
creían en los santos. Encendía velas delante de sus estatuas de mármol en las
iglesias. Conocía sus imágenes, sus símbolos, sus nombres. Pero no lo creí; no
en mi hermano. No solo no creí que tuviera visiones, no lo pude considerar
posible un solo instante. Ahora bien, ¿por qué? Porque era mi hermano. Podía
ser santo, podía ser extraño, pero Francisco de Asis, no. Mi hermano, no. Mi
hermano no podía serlo. Eso es egoísmo, ¿te das cuenta?”
En la cita anterior podemos ya
tener una idea de lo que es Louis, un vampiro sumamente humano, un “sufridor”
como lo describe Lestat en la novela que continúa a esta y que es formalmente
una respuesta a los hechos que analizaremos aquí. Este sufridor, que es
consumido por la culpa y que lo arrastra a la autodestrucción. Culpa por no
aceptar el pedido descabellado de su hermano, culpa por haberle perdido aun si
no había ocasionado el accidente, culpa por vivir eternamente al margen del
mundo mortal, culpa por dar muerte noche tras noche a seres humanos debido a su
sed de sangre, culpa por no poder responderse las preguntas más vitales de la
humanidad sobre lo divino, lo maligno y sobre la existencia misma.
Ante este Louis confundido aparece
Lestat. Es su opuesto total, es un vampiro y sus sola existencia, destruye el
mundo tal y como creía que era, y pone en entre dicho todas sus convicciones,
creencias, todas las seguridades en las que había crecido creyendo.
“Vi
mi vida como separada de mi; la vanidad, la arrogancia, el escapismo constante
de una pequeña incomodidad a otra, el culto hipócrita a Dios y a la Virgen y a
la caterva de santos que llenaban mis libros de oración, nada de eso tenía la
más mínima importancia, pues solo era una existencia estrecha, materialista y
egoísta. Y vi mis dioses verdaderos… los dioses de la mayoría de los hombres:
la comida, la bebida y la seguridad en el conformismo. Cenizas.”
Lestat en su oposición a Louis, lo
vemos menos reflexivo, impulsivo y caprichoso. Aunque al no tener su testimonio
personal también podemos argumentar que es incomprensible para Louis. Lestat no
tiene las respuestas que Louis necesita sobre el bien y el mal, sobre si responden
al demonio o si provienen de un accidente, no puede responder sobre el inicio
de los tiempos y los primeros vampiros, apenas precisar que es difícil que los
vampiros vivan juntos por eso se mueven en grupos pequeños y son territoriales
con sus zonas de cacería. Lestat tampoco comparte sus reflexiones, sus secretos
o tan si quiera su historia provocando que la relación entre ambos se torne
áspera día tras días y que Louis profundice sus conductas autodestructivas.
Una noche en un momento de
debilidad Louis bebe la sangre de una pequeña niña abandonada junto al cadáver
de su madre. La deja moribunda y la noche siguiente Lestat, que lo había visto
todo, aparece con la pequeña y la convierte en vampiro para Louis. Este acto lo
cambia todo, introduce a uno de los personajes más complejos, la pequeña
Claudia que siendo una niña absolutamente dependiente de ambos, subsana durante
décadas la relación, ya que se abocan a sus cuidados sin prácticamente
disentimientos. Sin embargo este idilio no puede durar para siempre, con el
correr de los años el cuerpo de Claudia se mantiene igual, no crece, pero su
mente madura, se convierte en una mujer encerrada en el cuerpo de una niña.
Este hecho, el ser dependiente para cualquier cosa que necesite de una imagen
adulta como el manejo del dinero o entrar a ciertos lugares como lo harían los
mortales son imposibles para ella.
Comienza a crecer en su interior el
odio a su creador, Lestat, así como se encuentran en una gran comunión con
Louis con quien además comparte su deseo de conocimiento, de descubrir los
orígenes del mundo, los secretos de los vampiros y de la existencia.
Ambos, Claudia y Louis dan muerte a
Lestat y se embarcan al viejo mundo, a la parte más remota, la Europa del este,
llegando luego de varios viajes y descubrimientos a Paris, el epicentro del
mundo civilizado.
En Paris descubren otros vampiros,
destacará el personaje de Armand y los vampiros que viven en un demencial
teatro. Todos desconocen las grandes respuestas, no saben nada de los orígenes,
ni de los primeros, ni de misiones o mandatos. Sobre esto Claudia hace una
brillante reflexión:
“Supongamos
que el vampiro que te creó a ti no sabía nada, y el vampiro que creó a ese
vampiro tampoco sabía nada, y el vampiro anterior, tampoco, y así hasta que la
nada procede de la nada. Y nosotros debemos vivir con el conocimiento de que no
hay conocimiento.”
Las
grandes cuestiones:
Como mencioné antes detrás de esta
historia de vampiros subyacen grandes interrogantes, sobre la vida, el bien y
el mal, sobre la muerte. Esta saga no hubiera sido lo mismo si no hubiéramos
accedido a la historia a través de Louis, a través de su sufrimiento y de sus
dudas, de su manera, tan humana, de preguntarse por la vida y por el mundo. Las
grandes interrogantes del existencialismo planteadas a través de ese personaje
con una deliciosa profundidad sin estar nunca sobrantes, desfasadas o colocadas
a presión le dan una profundidad reflexiva a la obra que conquista al lector.
“Qué
significa morir cuando puedes vivir hasta el fin del mundo? ¿Y qué es
<<el fin del mundo>> salvo una frase?; porque ¿quién sabe siquiera
lo que es el mundo? Yo ya he vivido dos siglos, he visto las ilusiones de uno
hechas trizas por otro, he sido eternamente joven y eternamente viejo, carente
de ilusiones, viviendo de momento en momento de manera que me hizo imaginar un
reloj de plata repiqueteando en el vacío; con la superficie pintada, las
manecillas delicadamente talladas sin que nadie las mirara, iluminado por una
luz que no era luz, como la luz con la que Dios creó el mundo antes de que
creara la luz. Latiendo, latiendo, latiendo, con la precisión del reloj, en una
habitación tan vasta como el universo.”
Como no podía ser de otra manera el
libro está plagado de reflexiones acerca de la religión y la existencia de
Dios, el hecho de colocar a un ser como el vampiro como eje de esta historia
con toda la significación de maldito, profano, diabólico y maligno que pueda
tener, se convierte en un punto de partida para poner en duda a toda la
cristiandad de una manera magistral, teniendo en cuenta que antes de ser
vampiros los personajes eran creyentes, fueron hijos de sociedades creyentes.
“Dios
no vivía en esa iglesia; esas estatuas daban una imagen de la nada. Yo era el
sobrenatural en esa catedral. ¡Yo era el único no mortal que estaba consciente
bajo ese techo! Soledad. Soledad hasta el borde de la locura.”
Incluso cuando los personajes se
sienten tentados a creer en la posibilidad de la existencia de Dios, su propia
existencia vampírica los pone en la encrucijada, ya que de ser así este Dios no
sería como la religión lo presenta bondadoso y misericordioso, sino lo
contrario. Un razonamiento parecido al que Karl Lowith hace al analizar el
nazismo:
“Luego
de Auschwitz es imposible pensar un Dios totalmente bueno", incluso
también con una frase en la misma sintonía de Primo Levi: “Existe Auschwitz, no existe Dios”.
Es interesante el hecho de que los
vampiros les es muy difícil vivir juntos por eso se mueven en grupos pequeños y
son territoriales con sus zonas de casería. Es difícil acompañarse en la
eternidad, se tiende a la soledad a vivir sin las ataduras de compartir con
alguien pero a la vez tampoco esto se puede soportar por demasiado tiempo. Esto
me recuerda a Sartre: “el infierno son los otros”, producen ansiedad y
conflicto pero es necesario tener vínculos.
También es muy interesante como los
vampiros no resisten mentalmente el paso del tiempo, como a su identidad, que
está ligada a la época en que se convirtió, le resulta terriblemente difícil
adaptarse a los cambios que el tiempo y el constante cambio humano trae
consigo, las nuevas tecnologías, los cambios de vestimenta, la nueva música de
moda, los nuevos estilos arquitectónicos, el cambio de costumbres sociales,
etc. Y ante esto la frase adaptarse o morir, y muchos vampiros no lo resisten y
se suicidan en las llamaradas de una hoguera o quedando al descubierto de la
luz del astro rey.
“Un
atardecer, un vampiro, se levanta y se da cuenta de lo que ha temido quizás
durante décadas: que simplemente no quiere vivir más. Que cualquier estilo o
moda o forma de existencia que le hiciera atractiva la inmortalidad ha desaparecido
de la faz de la tierra. Y no queda nada que ofrezca la libertad y la
desesperación, con la excepción del acto de matar. Y el vampiro sale a morir.”
Anne Rice también explota sus
fuertes en este libro que para mí son sus descripciones de los lugares, las
vestimentas, los detalles arquitectónicos, los ambientes en los que se
desarrollan sus personajes. Aquí se luce muy bien y deja patente que ha hecho
una exhaustiva investigación para recrear ese momento histórico, el siglo VIII
en Nueva Orleans, en Paris, en los lugares remotos de Europa del Este. Es este
conocimiento profundo del momento temporal en que se inscribe su historia lo
que le permite volverla más creíble. Nos deja ver como es la vida de un burgués
como Louis y como este ve a los esclavos negros que servían en su plantación.
“Pero,
en 1797, esos esclavos no tenían el carácter que has visto en las películas y
novelas del sur. No eran gente de piel oscura y palabras obedientes, mal
vestidos, que hablaban un dialecto ingles. Eran africanos. Y eran insulares; es
decir, algunos de ellos provenían de Santo Domingo. Eran muy negros y
absolutamente extraños; hablaban sus lenguas africanas y hablaban el patois
francés; y, cuando cantaban, cantaban canciones africanas que convertían los
campos en algo exótico que siempre me había dado miedo en mi vida mortal. En
suma, ellos aún no habían sido destruidos por completo como africanos. La
esclavitud era la maldición de sus vidas, pero aun no habían sido robados de lo
que era característicamente suyo. Toleraban el bautismo y las modestas
vestimentas que les imponían las leyes católicas francesas, pero, por las
tardes, transformaban sus ropas baratas en disfraces delirantes, hacían joyas
con huesos de animales y pedazos descartados de metal que pulían como si fuera
oro; y las cabañas de los esclavos de Point du Lac eran un país extranjero, una
costa africana después del anochecer, en el cual ni el más intrépido
superintendente se animaba a deambular. Pero los vampiros no se asustaban.”
Este momento histórico también
tiene otra característica a la que la escritora le saca jugo a través del
personaje de Babette. Tras la muerte del único hermano varón ella es convencida
por Louis de que puede hacerse cargo de los negocios de su familia, de la
administración financiera y de la producción de sus plantaciones. Esto en el
siglo XVIII realizado por una mujer que además era soltera configuró todo un
escándalo en esa época y tuvo que pagar con el aislamiento y ostracismo social.
Finalizando:
Esta novela es sin dudas una de mis
favoritas, ese tipo de lecturas que te cambian, que marcan una pauta en tu
vida. La primera vez que leí este título me encontraba en mi adolescencia
temprana, hoy viviendo mi primer cuarto de siglo estoy realizando la tercer
lectura, espero me queden más por delante no solamente por el agrado que me
produce esta historia, sino también porque mi interpretación de ella se ha
vuelto mucho más compleja ya que aumenta mi grado de identificación con los
personajes y todas esas interrogantes que se hacen sobre el mundo, sobre la
vida, sobre la existencia, sobre el mal y lo divino, sobre la experiencia
construida sobre la antigüedad de nuestra vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario