sábado, 14 de enero de 2017

Yugoslavia - Matías Nuñez


Sinopsis, Yugoslavia:
Nos situamos en un hostil Estados Unidos, nuestros personajes han venido a parar a este país intentando escapar de Uruguay, de sus rutinas o de vínculos poco saludables, incluso de ellos mismos. La historia se desarrollará en el marco de la insatisfacción diaria, de la poderosa presión monetaria y en un contexto marcadamente racista.


Sobre el autor:
Matías Núñez nace en 1981, en Caracas, Venezuela; desde los dos años vive en Montevideo, Uruguay. Con esta, su primera novela, recibe el Gran Premio Nacional de Narrativa “Narradores de la Banda Oriental” en 2013. Paralelamente a su labor como escritor, escribe crítica literaria y es profesor de Literatura.

El sueño falaz:
Estados Unidos se ha convertido, en nuestro imaginario colectivo, en una especie de sueño donde todo es posible: codearte con las estrellas en un supermercado, asistir a los eventos más relevantes internacionalmente y ser de alguna manera participe de esa historia particular de la fama; un lugar en donde encontrarás -y podrás adquirir- el último grito de la moda, cine, tecnología y placeres diversos. Claro está, si tienes la nacionalidad, el color de piel necesarios, y por supuesto, el dinero para pagarlo todo. Si no cumples algunas de estas variables las puertas del cielo están cerradas para ti, deberás recurrir a empleos monótonos, casi de esclavo, mal pagados y con muy pocas gratificaciones. El autor contrapone esta visión mezquina, gris y cruel de este país con la vida que dos de nuestros protagonistas llevaban en Uruguay, al punto que como lectora te tomas la cabeza con las dos manos y quedas horrorizada por el sacrificio de esta vida sencilla, humilde y pacífica que le ofrecía nuestro país, al menos de manera particular, a Juana y Facundo.
Estados Unidos se convierte en el objeto de deseo idealizado, que termina siendo una gran mentira, un castillo de naipes que se derrumba a los pies de nuestros protagonistas.

La nacionalidad como identidad:
A lo largo de la novela tenemos acceso a los lugares más sórdidos del “Primer Mundo”: las precarias condiciones de trabajo, las pocas garantías laborales, la selección para determinadas tareas por lo general mal pagas y poco salubres, así como el hacinamiento y el perpetuo miedo a ser encontrado por un policía que descubra que la visa ha expirado -o que nunca has tenido una- y que te tienes que marchar. Sin embargo hay que destacar el efecto contrario de la nacionalidad: la hermandad latinoamericana patente en la novela, en donde encontramos mexicanos, venezolanos, argentinos, uruguayos, etc, ayudándose y sintiéndose confraternizados en medio de este paraje hostil. Incluso entre ellos la nacionalidad es un modo de identificarse, no de manera negativa, no viéndose como forasteros entre si, sino como iguales en lo diferente.:

(...) Yo ni la conocía a la mexicana, pero la veía todas las mañanas salir de su apartamento con su uniforme de la lavandería y un día la paré en el estacionamiento y le pedí que me consiguiera una plantilla de aplicación. Así, sin vueltas. Y la mexicana me la trajo. Y cuando al fina entré a trabajar, a ella le dieron 120 dolares por reclutamiento y la mujer me los prestó para ayudarme a comprar un coche, porque también hay cristianos buenos.”

Uruguay como vara de medir:
Uruguay es una presencia constante en la novela, es un punto de partida con el que el narrador contrasta todo, no solamente lo relacionado a la situación anterior de nuestros protagonistas, que sabemos que no era tan mala, sino también en cuanto a los recursos intangibles que se han llevado consigo. Como Juana se asombra de el descuido bucal de una de sus compañeras de trabajo, como nos muestra que otra no sabe el significado de la palabra “astronauta”, como ninguno de los otros personajes a los que accedemos llega a Estados Unidos con una profesión como es el caso de Facundo, o al menos con los estudios completos.

Ahora Juana le dirige una mirada a María y esta le devuelve una sonrisa rectilínea, una mueca premeditada que logra al enfundar con el labio superior su paleta viuda de pareja, ominosamente blanca junto a la oscuridad simétrica que se e dibuja en la boca. Juana no puede entender que esa mujer que se gasta fortunas en teléfonos celulares no considere valido invertir en sus dientes y prefiera sonreír así, mal, pensando cada vez en ocultar ese bostezo diminuto que se planta en medio de la dentadura.”

Notese el detalle que los uruguay@s siempre sabemos como gastar -mejor- el dinero.

El título de plomo:
Me ha impactado de manera particular la negativa de Facundo a no querer trabajar en nada que le implique alejarse del rubro para el cual se preparó: el diseño gráfico. Debajo de su negativa hay muchísimo orgullo y también un cierto prejuicio hacia actividades manuales. Facundo las desprecia, porque ellas implican que el impecable diseñador gráfico que estudió toda la carrera, que recibió ese preciado título y se preparó para una actividad intelectual de alta estima, al final, tiene que terminar ajustando tornillos. Un golpe directo a su orgullo. Esta experiencia me ha tocado de cerca, he sentido lo mismo que Facundo.

No, papá, lo de trabajar de mecánico no es lo mío. Yo no estudié para terminar apretando tornillos. Fue solo un día y me alcanzó.”

Horacio como representación de la decadencia:
Este personaje completa la triada protagonista, es un personaje detestable, violento, en él se conjugan las líneas narrativas más fuertes y turbias. No solamente por el camino que elige para obtener dinero fácil, siendo sujeto de experimentación médica con medicamentos dudosos, sino por su relación conflictiva con las mujeres, por sus obsesiones pedófilas, por su debacle en manos de las drogas y el alcohol. Es a su vez un personaje que nos sumerge en el pesimismo, ya que no parece poder ser salvado, ni por otros ni por si mismo. Condenado a ser maldito así esté en Estados Unidos, en Uruguay o donde sea, cargará con su infierno personal que puede sumir todo a su alrededor.

(...) En algún momento, la muchacha se recostó sobre su pecho y le dio un beso en la mejilla. Este inesperado gesto de cariño lo enfureció súbitamente y la sujeto por las axilas, la levantó en el aire y la tiró contra la ventanilla. La muchacha lo miró confundida, temerosa. Cada uno de los golpes de puño con los que Horacio atacó a la mujer parecía ser una manera de castigarla por la culpa que le había generado esa mirada. Y con cada golpe la culpa aumentaba y, por tanto, aumentaba también su furia. Cuando todo terminó, Horacio abrió la puerta del coche sobre la que se recostaba la mujer desmayada y su cuerpo inerte cayó sobre el pavimento.”

Finalizando:
Esta novela es muy buena y recomendable. Es muy crítica con las realidades menos visibles e intenta ser un retrato cruelmente sincero de ellas, aunque sujeto a las propias vivencias del escritor en el país del norte en el que vivió unos meses. Hay una visión melancólica sobre Uruguay, sobre las pequeñas comodidades que nos cuesta apreciar, como el tener transporte público, cobertura médica, seguridad social, el buen nivel cultural, acceso educativo, así como mejores ofertas de empleo. Cualquier uruguayo podrá criticar diversidad de factores dentro de esta enumeración, pero ahí están y todos hacemos uso de ellas.

También rescato un montón de jergas latinas que contribuyen a una narración amena, como cuando los uruguayos intentan diferenciando de los argentinos diciendo que somos parecidos pero mejores. Uno termina identificándose en muchos puntos con los personajes, sus maneras de pensar y actuar, muy uruguayos.

MI PUNTUACIÓN:






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